en mi finca, que nos fuimos a quedar unos días de esta semana, hay una ventana muy interesante. esta está en el segundo piso de la casa y da a una parte del pasto donde uno normalmente parcha.
cuando me bañé ahí y ví a mis amigos a través de la ventana, acabé mi ducha de una, por miedo a que me vieran, y lo mismo les pasó a dos de mis amigas que se bañaron ahí. teníamos miedo/pena a ser vistas, de estar expuestas a ser vistas. el miedo no era por ser vistas por nuestros amigos, sino por ese miedo que siempre hay cuando se trata de la desnudez.
y esa tarde, sentadas donde estuvieron ellos, nos dimos cuenta de que:
1) llevábamos dos horas ahí sentadas y no se nos había ocurrido mirar hacia la ventana.
2) el ángulo en el que está la ventana no deja que nadie te vea.
pero lo que más hablamos fue como siempre que uno piensa en las ventanas es sobre como de expuesto se siente por ellas, que todo el mundo lo puede ver a uno, pero que rara vez mira dentro de las ventanas de los demás realmente.
me quedé pensando mucho en eso. que uno siempre se cuida, cuida lo que dice, lo que se pone, lo que muestra y lo que no. uno vive cuidándose el corazón, cuando la realidad es que nadie está pendiente. todo el mundo está tan pendiente de lo suyo, de lo que expone y lo que deja ver a través de la ventana, que no tiene tiempo de ver la de los demás.
entonces tal vez de eso se trata. de parar de preocuparse en mostrar lo que los demás van a querer ver de nuestras ventanas. en mostrar lo que somos, sin telones ni cortinas, sin decores innecesarios. sino enfocarse en mostrar lo que uno es, y además, parar de mirar y mirar a dentro, parar de ser el juez propio de la situación. y comenzar a mirar más hacia quienes estén mostrando cosas parecidas a las de uno. que no son falsas ni puestas en escena. y quedarse compartiendo con esas personas.
buscar ventanas como las de uno.
marzo 22, 2023
7:23 pm
bogotá
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