El destino y la idea de que hay alguien o algo que nos controla son aspectos que han sido explorados desde el comienzo de la literatura. En las novelas se presentan personajes que tienen su vida prescrita, pero creen que las decisiones fueron tomadas por ellos. Esta idea está muy presente en la novela Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez, pues narra la historia de la estirpe Buendía y cómo la familia va evolucionando mientras el pueblo de Macondo evoluciona con ellos. Durante la novela, en muchas ocasiones se presenta el destino como aquello contra lo cual no puede lucharse, aquello que es inevitable. Se entiende un destino que va a ocurrir, unos personajes que están condenados a la vida que les dieron. De ahí que se puede decir que, la condición ineluctable del destino está presentada a través de diferentes aspectos de la novela, como la anticipación, la carga que suponen los nombres en los personajes, el uso de los presagios y la estructura con digresiones.
Esta idea de la anticipación, del futuro ya estando escrito, está presentada desde los pergaminos de Melquiades, un personaje que viene con los gitanos y se vuelve muy cercano a Jose Arcadio Buendía, que dura años escribiendo unos pergaminos que sólo van a poder ser leídos después de cien años de haber sido escritos. En el final de la novela se revela que en estos pergaminos estaba escrita toda la vida de la familia, todas las miserias y alegrías que iban a atravesar. Esta idea del futuro ya estando escrito, es lo que le da a la novela el tono de ineluctable, de algo con lo que no se puede luchar, aunque esto se ve en diferentes aspectos de la novela también.
En la novela, donde cinco personajes principales tienen el nombre Arcadio entremezclado con otros nombres, y cuatro personajes tienen mezclas con el nombre Aureliano, se ve, en el transcurso del tiempo, unas similitudes entre los personajes homónimos. La decisión de ponerles el mismo nombre a los personajes se puede ver como una forma de mostrar cómo hay ciertas conductas que estos personajes cumplen por el simple hecho del nombre que les pusieron. El mismo García Márquez hace una alusión a esto cuando el narrador, comentando algo dicho por Úrsula dice: “Mientras los Aurelianos eran retraídos, pero de mentalidad lúcida, los José Arcadio eran impulsivos y emprendedores, pero estaban marcados por un signo trágico. Los únicos casos de clasificación imposible eran los de José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo.” ( 2007, página 211) Estos gemelos eran casi indiferenciables físicamente, por lo que les gustaba jugar a cambiar sus nombres para confundir a la familia; García Márquez en este momento explica que: “Aún cuando crecieron y la vida los hizo diferentes, Úrsula seguía preguntándose si ellos mismos no habrían cometido un error en algún momento de su intrincado juego de confusiones, y habían quedado cambiados para siempre.”(2007, página 211) Cuando se lee esta frase se entiende que la confusión de Úrsula se crea porque Aureliano Segundo era radical e imponente, como eran los Arcadios, mientras Jose Arcadio Segundo era retraído y solitario, como tendían a ser los Aurelianos. Como se cree que hubo un cambio en los nombres inconscientemente, los dos siguieron su destino con su nombre inicial. Pues cuando a los personajes se les daba un nombre estos estaban condenados a repetir los comportamientos y razonamientos de sus homónimos. Se puede ver el carácter ineluctable del destino cuando los personajes ya tienen su sentencia desde el momento en el que los nombran.
Por otro lado están los constantes presagios; en términos literarios esto se refiere a las alusiones constantes a situaciones que se van a dar más adelante en la historia. Este uso del presagio se ve desde la primera línea cuando García Márquez dice: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar ...” (2007, página 9). El pelotón de fusilamiento es un lugar a donde lo llevan a uno, nadie va a tomar la decisión de ir. El Coronel y Arcadio, los personajes a quienes llevaron al pelotón de fusilamiento terminaron allá, no tuvieron opinión al respecto. Acá se evidencia como hay momentos en la historia donde los personajes no tienen control de sus decisiones, son solo peones de lo prescrito. Se ve el destino ineluctable cuando se muestran a los personajes impotentes hacia lo que les va a pasar. Los presagios también se pueden ver por el constante uso de las barajas. El personaje de Pilar Ternera está siempre conectado a la lectura de las barajas, recurso con el que se podía leer el porvenir, el destino. Esta habilidad es usada a través de la novela para dirigir a personajes como Jose Arcadio Buendía, y al Coronel Aureliano Buendía hacia su destino, pues estas predicciones ayudaron a los personajes a ser conscientes de lo que se les avecinaba; esto se puede ver cuando Pilar le lee las barajas al Coronel y le dice que se cuide la boca y pocos días después intentaron envenenarlo a través de un café. Estos dos elementos de la novela sirven como presagios para mostrarle al lector el destino imparable, ineluctable que les esperaba a los personajes.
Una técnica narrativa que también es usada constantemente son las digresiones en la novela. Este término se refiere al cambio temporal del curso del relato para evocar una acción paralela o anterior. Esto se puede ver cuando García Márquez no es explícito en cuanto el momento en el que comienza la narración ya que la primera frase dice: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar la tarde remota en la que su padre lo llevó a conocer el hielo.” (2007, página 9) pues cuando dice “muchos años después” no es claro después de que, lo que esto logra es permitir al lector saber que aunque en la narración no se muestra una línea de tiempo paulatina, si hay un futuro al que se llegará. Muestra unos momentos prescritos que van a pasar, que están destinados a darse. Las digresiones son usadas constantemente a través de la novela, cuando pasa algo en el espacio temporal que se está contando, se alude a lo que va a pasar en el futuro o lo que pasó en el pasado, que hace que el presente sea como tal un destino al que se llegó. Un ejemplo es cuando nombran la muerte de Remedios Moscote y luego explican cómo fue su relación con el coronel Aureliano, pues la analepsis que se da en esta escena muestra el destino, lo que pasó para que este personaje muriera. Cuando anuncian personajes o situaciones puntuales y luego lo que los antecede, los están presentando como inamovibles, ineluctables. Esto también pasa en el caso de Fernanda del Carpio, que la mencionan en el capítulo 10, y hablan de su matrimonio hacia Aureliano Segundo, y en el capítulo próximo es que explican sus raíces y de donde vino para llegar a Macondo.
Cuando se hace el intento de entender aspectos de la novela como la anticipación, la carga de los nombres, los presagios y el uso de las digresiones se puede ver la impotencia de los personajes hacia el destino. Como se ha mostrado anteriormente, desde el inicio de la narración, en la primera línea ya está predeterminado el destino de los personajes. Pero un aspecto muy importante que se tiene que tener en cuenta es que este destino ineluctable solo es claro para los lectores, pues los personajes no son conscientes de esto, solo hasta cuando es demasiado tarde, cuando la estirpe se acaba. Porque como se puede dar cuenta el lector, estos personajes no están solo condenados a su destino, sino a la repetición de este. Se puede ver a los homónimos cometer errores que los hacen terminar en las mismas circunstancias, a los Aurelianos terminando en la soledad, a los Arcadios como víctimas de ellos mismos, de su impulsividad y desapego por la realidad. De la misma manera García Márquez le otorga al lector la posibilidad de saber que lo que va a pasarle a los personajes es inevitable, ineluctable, que nada los va a salvar de su sentencia de ser Buendía.
Comentarios