tengo muchos pensamientos sobre mi clase de “antropología de la sensibilidad” y la escuela de café.
creo que la clase en sí no tiene tanto sentido y sobretodo, le falta mucho desarrollo para tener un enfoque claro. ahora, me ha encantado.
entender el café en tantas formas. desde lo sensorial, lo social, lo económico. entender lo mucho que el café nos conecta. en términos de nuestro país, lo veo como una antítesis de la violencia. llevamos cultivandolo tanto como llevamos con la violencia, y hay tanta gente conectada, metida, cruzada, con el café como lo hay con la violencia. son 540,000 familias que trabajan con la federación nacional de cafeteros. y internacionalmente nos conocen casi tanto por el café como por la violencia (si no más). y no entiendo por qué no le invertimos más. le invertimos más social y estructuralmente, no sólo de forma económica.
me parece impresionante que a raíz del café, las veredas tengan educación, los caficultores han empezado a tener más y nueva información. el mismo crecimiento de los cafés especiales ha mejorado exponencialmente la calidad de vida de los caficultores. su trabajo vale, su esfuerzo vale. ya no están tratando de entrar en un mercado imposible, sino en uno específico, donde su producto cuesta lo que vale.
me ha encantado hacer este trabajo. entender otras narrativas que normalmente no oímos, no sabemos, sobre nuestro país, nuestro crecimiento y desarrollo.
creo que es importante invertirle y ponerle atención a estas narrativas. a las esperanzadoras.
noviembre 30, 2023
9:08 am
uniandes
Comments