la segunda temporada fue rara. lo que más miedo tenía en esta temporada era que las niñas que iba a tener en mi cabin, que tenían 13, iban a estar pasando por unos trece parecidos a los míos. y eso fue lo que me pasó. en mi cabin tuve una niña que se sentía fuera de lugar, que le habían dicho que era inmamable en la cara, que se sentía inaguantable. y me dolió tanto. primero, ver como veía partes de su personalidad que yo admiraba, partes de su personalidad que la hacían brillar, como aspectos negativos de ella misma. me dolió mucho ver como sentía que su luz sobraba, que no había lugar para ella, y también me dolió muchísimo lo identificada que me sentí. ví a esa paula de 13 años perdida y sola y me dolió un montón, pero también me abrió los ojos a esta paula de 19 años. y cuando hablé con mi camper intenté decirle lo que yo necesité tanto en ese momento; "va a estar bien, esto va a ser muy duro y muy doloroso pero vas a encontrar a gente que valore tu personalidad y tus ideas, que celebren lo que tu eres, y te ayuden a subirte el volúmen. cuando entiendas que eso que tu tienes es vital para el mundo, vas a encontrar personas que vean lo mismo". fue una conversación muy linda y tuve otras parecidas con las otras de mi cabin y lo que más me llevé de esta temporada fue que logré ser esa counselor que yo necesité. y pude sembrar desde lo que yo soy y he vivido. que todo ese dolor que alguna vez sentí, me ayudó a hacer que otras personas lo pararan de sentir. quedé tan satisfecha de saber eso.
y por el otro lado fui comandante de kamunitzali. este es un reto de 36 horas seguidas donde se busca llevar a los niños a sus límites físicos, mentales y emocionales. fui comandante del ciclo mental, donde nos enfocamos que los niños fueran conscientes de sus inseguridades, del peso que estas tienen en nosotros en nuestro día a día y lo mucho que nos frenan de ser la persona que queremos y podemos ser. nos enfocamos en hacerlos entender que tenemos que soltar todas esas cosas porque estas son las cadenas que no nos dejan crecer. también trabajamos con ellos la idea de la persona que queremos ser y la persona que somos y cómo son de diferentes pero que no tienen que ser. fue un ciclo corto pero largo. creo que los niños lograron cosas gigantes, aunque claro que se dieron muy duro igual lograron mirarse en un espejo que normalmente siempre está tapado. lograron ver lo que les pesaba y creo que quedaron con ganas de hacer algo al respecto.
y al ser comandante también me puse a prueba a mi misma. tenía mucho mucho susto de ser comandante. me daba susto no lograr cuestionamientos, no lograr mover montañas en sus cabezas, no conseguir que los niños se toparan con ellos mismos. me daba miedo que salieran igual a como entraron. porque había oído tanto de este reto y tenía tantas expectativas (que yo misma me había puesto) pero creo que la que se topó con ella misma fui yo. llevamos un ciclo que los obligó a cuestionarse, a frustrarse, a crecer. ellos mismos me dijeron que fue en el que más se sintieron retados. creo que logramos monumentos. y lo hice sin separarme de lo que soy ni compartimentalizarme. lo hice con amor y fuerza. me empoderé mucho con mi fuerza, y lo que soy y como soy, con mis habilidades de facilitar y de llevar procesos.
fui muy feliz. le saque mucho jugo a esa temporada, pero me quedé con ganas de más. estaba glotona con ese sentimiento de inmortal, de superheroína, de capaz. me sentía capaz de cualquier cosa. y por esto me quedé a la tercera temporada, a seguir sintiendo. no solo esa inmensidad, sino también la felicidad desmesurada de ver las estrellas y los atardeceres. de la risa incontrolable, de la incomodidad de salirme de mi zona de confort. me quedé para seguir construyendo un país mejor, con personas mejores que buscan hacer todo con amor y para ayudar al mundo. para sanarme mientras ayudaba a otros a sanarse y otros me ayudaban a mi.
me quedé a seguir mi proceso.
agosto 21, 2022
4:44 pm
guasca
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